Quizás estos lodos del infame logo resultan de los polvos de la flagrante indolencia colectiva ante la tremenda deshonestidad intelectual que significa el plagio. Copiar la obra ajena para darla como propia es un robo inmaterial tan reprobable como si fuese un lingote de oro ajeno. Presencié un caso en una universidad de siete trabajos finales casi idénticos, cuyos autores al ser detectados imploraron al profesor: “Denos un chance, como los AMET”.
El logo de la campaña Marca País RD es inequívocamente una burda copia de otro. La agencia mexicana responsable del engaño debe responder judicialmente, pues el daño causado –precisamente a la marca país— es enorme.
Me alegró que el ministro de Turismo, David Collado, anunciara que harán un nuevo concurso para escoger otro logo, que como identidad gráfica es sólo parte de la campaña. Los autores de la vagabundería poseen el tupé de haber cruzado al gobierno pasado, al actual y a patrocinadores privados, una distinción nada envidiable. Ojalá el nuevo logo y lema representen los mejores valores criollos.
