La pobreza argumental o zalamería, en discusiones públicas, pueden dañar y degradar al debate cívico más que la corrupción entre periodistas o políticos. Un fogoso empresario, fundador del vinchismo, amigo de Leonel y actual funcionario honorífico, tuiteó:
“Báez Guerrero no quiere que Abinader hable de las condiciones que recibió el país. Dice JBG economía es robusta. Se ve que no tiene empresa, que no es del sector turístico, que no paga deuda, no es agricultor, no se dio cuenta de los gastos de campaña, ni está desempleado”.
¡Cuántos disparates! ¡Abinader que diga cuanto quiera! Sólo acertó en que no soy agricultor ni desempleado. ¿Ser periodista y abogado, con estudios adicionales, no basta para opinar? Rebatí bancarrota declarada por Abinader. Quien proclama robustez es el gobierno, según Citibank y Bear Stearns al ofrecer bonos, citando al FMI, Hacienda y Banco Central. ¿Endilgarme una falsedad le conviene más?
Injuriar gratuitamente, como atribuir que otros escriben por paga, revela estupidez y flojera del que insulta, no del agraviado. El empresariado necesita urgentemente auténticos líderes.