Para cualquier dirigente, de una tropa de exploradores o jefe de Estado, es fácil tomar decisiones populares. Procesar a imputados por corrupción, aun abusando del lawfare para condenarlos en los medios, levanta pocas ronchas. Pero cada vez que el presidente Abinader ha tomado cualquier medida controversial, a la ola de disgustos y protestas ha seguido con demasiada frecuencia un “máquina-p’atrás”. Lo último fue la tarifa eléctrica, cuyos aumentos consensuados en el pacto eléctrico se desbordaron por inesperadas alzas de los hidrocarburos por la guerra de Ucrania y fueron revertidos. Pudo ser un gran éxito político, que Luis escucha al pueblo; en cambio resultó una garata por intrigas intra-sectoriales. Tras dos años, el talón de Aquiles del sector, las EDEs, siguen sangrando al Erario: en mayo tuvieron pérdidas del 37% de la energía entregada. ¡Vergonzoso! Las empresas privadas telefónicas, energéticas o vendedoras de combustibles cobran 99% de lo facturado. Hace falta voluntad política para el saneamiento de las EDEs. Gritarán, pero la mayoría entenderá y apoyará si se hace bien. No es reinventar la rueda…