Una fortuna inexistente, fabulosas cuentas secretas en Europa, la idiotez de desesperados por creer lo increíble y la marrulla de desalmados capaces de afeitar un león hambriento… Estos, y otros ingredientes por conocerse, conforman la triste saga de los Rosario, un grupo de familias que comparten ilusiones y el mismo apellido pese a no estar todos emparentados.
Desde hace muchos años incautos Rosarios financian a abogados para “reclamar” al Banco de Reservas una imaginada millonada dizque depositada para repartir la herencia dejada por un antepasado que explotaba minas de oro en el Santo Domingo colonial. Ayer la Fiscalía del Distrito Nacional anunció que recibirá las denuncias de los estafados por abogados, que con esquema casi tipo Ponzi entretienen a clientes y la opinión pública con este cruel invento.
La historia es tan fantástica que la prensa internacional la reseñó, revelando el fraude. Qué bueno que el Ministerio Público por fin parece que actuará, no sólo para hacer justicia sino porque la sociedad no puede estar tan loca que permita semejante burla.