T. S. Eliot, el americano quien tras ocho años como banquero empleado por Lloyd’s en Londres pasó el resto de su vida como editor de la firma inglesa Faber and Faber, resume en dos versos de “The Waste Land” el sentimiento que me mueve a esta reflexión:
“Pienso que estamos en el callejón de ratas donde los hombres muertos pierden sus huesos…”. Si uno fuese a llevarse de la tradición dominicana, sería fácil intentar una “crítica de los críticos”, pues las argumentaciones y también las argucias “ad hominem” siempre ofrecen más posibilidades lúdicas y mejor garantía de lectores entretenidos y a veces hasta agradecidos, ya que satisfacer el morbo posee enorme atractivo para lectores de diarios.
Pero dejaré ese camino real por esta vereda: ¿cuánta responsabilidad tienen los críticos dominicanos, o la crítica, de la pobre vocación lectora de un público que dedica cientos o miles de millones de pesos cada año a cualquier cosa menos a comprar o leer un libro?