El descalabro del PRD no puede imputársele a nadie ajeno a las filas de ese partido. Su propia historia demuestra que años antes de que Leonel Fernández o Danilo Medina usaran pantalones largos, ya era una práctica usual de los perredeistas el despelote fratricida que ha llevado a esa agrupación a sucesivas divisiones y desprendimientos, entre ellos el propio PLD.
Acusar al PLD, a Leonel Fernández o Danilo Medina de ser los responsables de los recientes acontecimientos dentro del PRD es el colmo de la complacencia con un liderazgo irresponsable y poco hábil. Si fuera cierto, la implosión de liderazgo perredeista es un merecido castigo a su propia ineptitud porque ¿quién ha visto que un partido tan grande, con tanta gente, se deje enredar y teledirigir por sus mayores adversarios?
Aquellos descabezados que buscan culpar al ex presidente Fernández por los males perredeistas, atribuyéndole maquiavélicos atributos como obligar a Miguel Vargas Maldonado a firmar el famoso “pacto de las corbatas azules” que rehabilitó al ex presidente Hipólito Mejía, le hacen un flaco servicio al prestigio intelectual de Vargas y Mejía, y sus asesores, a quienes hacen lucir como tontos imberbes embaucados por un prestidigitador.
La verdad es que el PRD está como está porque los propios perredeistas son harto facciosos, desdeñan aplicar internamente la democracia, han hecho costumbre de pactar en habitaciones lo que no se logra en convenciones: ellos mismos se enredan tanto que no hacen falta maquinaciones peledeistas.
Los columnistas que ilusoriamente aprovechan el desmadre (¿o despadre, por Papá?) del PRD, increíblemente halan por los pelos la lógica y la sindéresis, al negarse a reconocer los propios errores de Vargas y Mejía y atacar a Leonel; lo elevan a la condición de demiurgo político. Cuando le comparan con Balaguer, me recuerdan cómo los anti-balagueristas viscerales le atribuían al líder reformista tantas culpas que llegaron a denunciar una conspiración “yanqui-balaguerista” para afectar sucesos ¡en Indochina!
Al margen de las preferencias políticas, los articulistas que atribuyen al PLD y Leonel y al Presidente Medina la autoría del caos perredeista, le rinden a estos un elogio mayor, y quizás más inmerecido, que todos los que profieren aquellos a quienes se pretende descalificar por preferirlos, pese a sus muchos defectos, por encima de los pobrecitos perredeistas.
Atribuirle al PLD, Danilo y Leonel, acabar con el PRD, es un ditirambo absurdo, inconcebible en cabezas frías.
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