Supe que tras mi artículo de la semana pasada, en varios cenáculos se recibió copia de la carta que paso a transcribir: Señor Director: Debo ocuparme del artículo titulado O Les recuerdo a Íñigo, filósofo, por su torpe articulista José Báez Guerrero, publicado el viernes pasado, para desmentir de la manera más categórica mi propia existencia. El ensayo Propinquity of Self, que ciertamente he compuesto, tras incontables horas de desvelo científico, no merecía la divulgación infligida por su temerario colaborador.
Como consecuencia del referido artículo, en un remoto valle cerca del nacimiento del río Xingú, afluente del Amazonas que discurre de sur a norte (¡como el español!) no florecieron hoy varias especies desconocidas de orquídeas, afligiendo a innumerables mariposas del Mato Grosso; en el Tíbet nació un yac albino, cuya madre sólo produce ahora leche escandalosamente blanca; y en una isla sin nombre al norte del golfo de Carpentaria, entre Australia y Nueva Guinea, un pescador aborigen jura haber oído a un pez hablar, anunciando con lágrimas azules el fin de un lejano mundo, una irrelevante profecía.