Entre aficionados al billar, carambola significa darle a una bola para impactar otra. Así logran una jugada por “trasbolas” en vez de “trasmanos”. Coloquialmente cualquier casualidad, usualmente favorable, es llamada igual, cuando hay un resultado doble con una sola acción. A veces, sin embargo, cualquier carambola pierde al jugador.
Así pasó con Trump por su obcecación contra China, que debió manejar en un plano estratégico económico, no como instrumento de política interna. Además, permitió a Rusia influir en el Brexit, peleó con Europa, desatendió alianzas y achicó el rol estadounidense como líder. Ayer, Putin y Xi Jinping renovaron una alianza para unirse para enfrentar amenazas de Occidente. Trump unificó ambos gigantes adversarios.
Guardando distancias y estatura, el afán anti danilista del gobierno está aupando a Leonel. Nuestros políticos deberían, no sólo por esto, estudiar atentamente al sociólogo gringo Robert K. Merton, quien en 1936 postuló su ley de consecuencias no deseadas, tan útil posteriormente a los economistas. Especialmente porque carambola también significa “enredo, embuste o trampa para alucinar y burlar” al pueblo.