Luce digna de apoyo la intención del presidente Abinader de integrar al seguro médico de SENASA a miles de familias pobres excluidas. Aparte de ampliar la cobertura, las autoridades deberían aprovechar para revisar otras cosillas. Por ejemplo, buscar alguna manera eficaz, inteligente y compasiva para corregir la cruel burla que significa que, a mitad de año o antes, al asegurado le digan que “agotó” cuánto disponía para medicamentos.
Hay medicinas para víctimas del cáncer, diabéticos, hipertensos y cardíacos, casos psiquiátricos y otras dolencias, tan caras que una dosis o las de un mes cuestan más que varios salarios mínimos. Resulta entonces muy difícil seguir sano la segunda mitad del año. Si los seguros médicos mágicamente garantizaran excelente salud, las ARS ganarían más y sus asegurados viviríamos felices sin enfermedades ni condiciones médicas ni eventos especiales. Pero no es así.
Aunque la salud en la seguridad social es infinitamente mejor que antes y el negocio requiere buenos retornos sobre la inversión, ningún embudo es bueno. Ojalá con buena voluntad resuelvan esta iniquidad.