La política comercial de Trump, que desconcierta a Europa y otros aliados y deja atónita a la OMC, al proponer incontables aranceles y otras medidas proteccionistas, crea sin embargo una circunstancia muy oportuna para nuestro país. República Dominicana muestra una balanza comercial favorable a los Estados Unidos; importamos mucho más de lo que exportamos.
Contamos además, a menos que Trump denuncie el tratado como parte de sus presiones contra Canadá y México, con la conveniencia del DR-CAFTA, negociado por anteriores administraciones republicanas como panacea del libre comercio: casi todas nuestras exportaciones llegan al mercado estadounidense sin aranceles.
Ese acceso preferencial cobra mayor importancia y valor ante las barreras proteccionistas contra México y otros grandes productores agrícolas, de manufacturas y maquiladoras. ¿Sabremos aprovechar la oportunidad? Depende de las pendientes reformas impositiva, laboral, educativa y judicial.
Ojalá el Gobierno realice su ajuste fiscal para estimular más inversiones y productividad, modernice el Código Laboral para facilitar la creación de más y mejores empleos formales, asuma la urgencia de sanear la instrucción pública y promueva mayor seguridad jurídica.
Empero, de nada serviría todo esto si el actual zar eléctrico sigue su ciclónico trayecto hacia la oscuridad. Sin luz, tendríamos que exportar casabe…