Mientras el presidente Abinader asiste en Washington a tres días de reuniones en la Cumbre de Líderes de la Alianza para la Prosperidad Económica en las Américas convocada por el presidente Biden, en Santo Domingo siguen los esfuerzos de la USAID y el PNUD para promover el empoderamiento de comunidades LGBTI.
Hay tantas coincidencias de valores, intereses y conveniencias entre nuestra República Dominicana y los Estados Unidos (principal financiador de la ONU y sus programas de desarrollo), que estimo legítimo preguntar por qué insisten tanto los gringos en este tema.
¿Creen que la discriminación o violencia contra esas comunidades es aquí peor que en Washington o que es el más grave de nuestros problemas? ¿No estarían mejor gastados al menos parte de esos esfuerzos y dinero para producir y mostrar al menos un solo caso de su absurda y mentirosa alegación de que aquí existe la esclavitud?
Mientras la agenda bilateral dominico-estadounidense esté dominada por activistas de la marginalidad, cuyos desaciertos impactan nuestra economía y cultura, no podremos aprovechar a plenitud una alianza que debería centrarse mejor en la deseabilidad de sus objetivos y consecuencias.
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