El debate político criollo se devalúa cuando el discurso de la oposición se reduce a alegar que el Gobierno miente al ofrecer datos sobre su desempeño y el estado o perspectivas de la economía.
A fuerza de ser confirmadas sus informaciones por la realidad y reconocidas por otras naciones y organismos multilaterales, el Banco Central ha labrado un sitial aparte, alejado de las controversias políticas o partidistas.
Eso en nuestro país es una hazaña proteica, en gran parte debida al sobrio y prudente liderazgo del decano de las autoridades monetarias de América Latina, don Héctor Valdez Albizu.
Reputados economistas pueden diferir en cuanto a si habrá o no una corrección del tipo de cambio, si la deuda cuasi fiscal debe pasarse a Hacienda o si el ritmo del endeudamiento debe desacelerarse.
Pero ninguno niega que el Banco Central es una confiable fuente de data, que la estabilidad y el crecimiento deben mucho a sus políticas y que es sin dudas la menos politizada (en sentido partidista) de las instituciones estatales. Sin dudas, el desarrollo socioeconómico y la paz tienen un fundamento estable en el Banco Central.
