Atizar, o sea, avivar un fuego para hacerlo más ardoroso, es lo que procuran partidos y candidatos que publican encuestas truqueadas. Deben mantener entusiasmados a seguidores clientelares o patrocinadores con esperanzas de algún retorno o utilidad, pues es difícil financiar su proselitismo o, si lo único que hacen es politiquear, conseguir dinerito para vivir como si trabajaran.
Las firmas encuestadoras acreditadas valoran más su reputación que otras con algún interés político o sesgo reiterado distinto a la media. Gallup, Greenberg, Centro Económico del Cibao y Newlink, entre otras, poseen notables aciertos. Otras creen que la realidad se forma con resultados de encuestas y no al revés.
Por eso no sorprende que la oposición rechace que la JCE disponga limitar a 20% los candidatos “de dedo” sin que ganen primarias. Esa decisión dificulta negociar lucrativos apoyos recíprocos o “alianzas” entre grupitos insignificantes que ni siquiera figuran en ninguna encuesta. Azuzar, distinto a atizar, es incitar a alguna fiera a que ataque, otra manifestación mediática y de redes, de ese universo paralelo digital en que tantas verdades son mentira.