Son ellos

28 de mayo de 2025
Por José Báez Guerrero

El problema de Haití es que está lleno de haitianos. Es feo decirlo, pero cada país no es más que la suma de voluntades, sueños, destrezas, bondades y defectos de sus ciudadanos.�

En el ingobernable territorio vecino todas las patéticas métricas de desarrollo humano revelan una indolencia supina de su exigua élite socioeconómica, a la que aspiran a sumarse incapaces políticos y rapaces exmilitares, mediante la corrupción o el narcotráfico.

Su historia, que el bovarismo haitiano pinta como gloriosa, desde sus inicios es un edificio de ilegalidades, atrocidades, sangre, brujería y racismo a ultranza, al punto de ser quizás el único Estado que osó autodefinirse en su Constitución como “república negra”, pese a que quiso ser risible imperio o monarquía. Su involución desde 1804 es incesante.

Tanta ineficacia y barbarie ha llevado a sus esforzados diplomáticos a una política sensiblera e irresponsable, basada en falaces denuncias para culpar a otros por sus propios fracasos. El odio irracional contra extranjeros es sólo superado por el desamor por su propia tierra, dañada gravemente por su propia gente más que por ciclones o terremotos. 

Ahora arrancó una recidiva de infamias contra Santo Domingo, la nación que más los ayuda, que por no ser como ellos en medio siglo pasamos de ser pares económicos a tener un PIB ocho veces mayor, que crece más de lo que decrece el haitiano.

Por todo esto, mucha razón tienen el presidente Abinader y la vicepresidenta Peña al sugerir a Haití que incordien menos a su vecino y se ocupen de su propio fracasado país.

José Báez Guerrero

Abogado, escritor y periodista dominicano.

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