He compartido con mis lectores mi extraña afición a la observación de aves. El asunto comenzó en la secundaria, cuando un grupo de amigos formamos en el colegio un club cuyo propósito original fue ganar una apuesta: demostrar que podíamos participar en un field-day o kermesse y recaudar fondos con una idea aparentemente disparatada. Pero el antecedente era que, como hijo de cazador, desde niño disfrutaba identificando a los pájaros por su canto o su vuelo.
Esta semana me sorprendió el arrullador canto de un rolón aliblanco a una inusual hora: ¡tres y media de la madrugada! Dado que en esta época están apareados o sacando pichones, quizás este rolón llamaba a su pareja ¿Dónde habrá estado a esas horas ese rolón vagabundo? El rolón forma parejas monógamas, y macho y hembra secretan una leche de buche para alimentar sus pichones.
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