Torre del Banco Popular, Santo Domingo.
Al insuperable Samuel Clemens, a quien todos celebramos como Mark Twain, se le atribuye decir que un banquero es quien te presta un paraguas un día soleado y desde que se nubla exige devolverlo. Pero el mundo difícilmente podría funcionar sin las instituciones financieras.
Varias crisis bancarias, aquí en 2002-2003 y otras en Estados Unidos, demostraron que la integridad de sus gestores es más importante que el volumen de negocios de los bancos. Por eso, es un orgullo que nuestro sistema financiero opere con mayor sanidad y transparencia que nunca y mejor que en muchísimos otros países.
La innegable estrella mayor del firmamento bancario dominicano es el Banco Popular, que celebró con doce misas el quincuagésimo quinto aniversario de su fundación por el recién fallecido don Alejandro Grullón E. Su ejemplar gobernanza corporativa, democratísima composición accionaria, excelencia de sus activos humanos y fidelidad a sus clientes, obligan a admirar esta gran empresa. Siempre me alegra felicitar al Popular y más ahora, que en tiempos duros reafirma los valores que lo engrandecen.
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