Hay en la psiquis humana una necesidad, que los psicólogos y científicos de la conducta humana individual y colectiva intentan explicar como un atávico impulso genético o un aprendido deseo por conveniencia.
Es la estima o reconocimiento de los demás, especialmente los pares en cualquier ocupación o profesión.
El psicólogo Maslow propuso en 1943 una teoría: las personas necesitan cinco distintos niveles de satisfacción, que en orden de importancia son fisiológicos, seguridad, pertenencia o afiliación, reconocimiento y por último autorrealización.
Casi todas las acciones humanas son motivadas por estas cinco imperiosas necesidades. Su importancia consciente particular varía según la condición socioeconómica.
La preocupación por casa, comida y salud de un profesional acomodado es menor que la de un menesteroso desempleado.
Las personas con las primeras tres categorías resueltas por herencia o esfuerzo propio lidian angustiosamente con la necesidad de ser reconocidos. Leer el poema de Shelley, Ozymandias, debería ser obligatorio. Con un chin de inteligencia, es sanador.
Esto lo medité el lunes tras ver que un funcionario me bloqueó en Twitter. Nadie más intolerante que quien ansía reconocimiento negado.
Me disponía a garabatear esta columna sobre alguno de mis temas preferidos, como la necesidad…
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