El debate sobre la relación con Haití está permeado por varias patéticas argucias. Sofisma es “razón o argumento aparente con que se quiere defender o persuadir lo que es falso”. Ante su incesante crisis que presagia una estampida de inmigrantes ilegales, conviene recordar que ellos atribuyen a los dominicanos las desgracias que han creado los propios haitianos para destruir su territorio e instituciones.
Esa falacia busca justificar que crucen aquí a imponer sus bárbaras costumbres. Por eso alegan contradicciones e incoherencias legales sobre cómo obtener nuestra ciudadanía. Pretenden igualar casos ordinarios con los de descendientes de haitianos que dicen ser dominicanos, pero carecen de documentos probatorios.
Un principio jurídico allá y aquí es que quien alegue un hecho en Justicia debe probarlo. ¿Puede cualquiera ir a otro país y alegar ser nacional suyo sin demostrarlo? Solicitar la ciudadanía cumpliendo la Ley es muy distinto a exigir sin demostrar el invocado derecho, situación que la legislación dominicana prevé y ofrece solucionar. A propósito, ¿cuántos extranjeros han solicitado a Haití otorgarles su precaria ciudadanía?
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