El recordado Rafael Herrera planteaba preguntas tontas en sus editoriales cuando deseaba motivar alguna reflexión.
Por ejemplo, el gobierno ha anunciado el inicio de una enormidad de obras cuyo financiamiento no figura en el presupuesto; ¿cómo serán pagadas? La deuda pública pasó de US$38.5 mil millones en junio de 2020 a US$44.6 mil millones en diciembre, justificado por la pandemia. Ahora con vacunas y vislumbre de normalidad, ¿cómo reorganizar las finanzas públicas? Al mismo tiempo, una inflación importada dispara los precios de alimentos, productos y servicios; ¿caerá el gobierno en la trampa de intentar controlar precios?
La ignorancia es tan dañina como las bombas atómicas pero los añépidos comoquiera siempre tratan de buscar “culpables”. Los rebuseros del transporte sindicalizado sugieren eliminar las exoneraciones al combustible de generadores eléctricos; pero la realidad es que estos no aumentan sus ganancias, sino que reducen sus costos, en beneficio de toda la población. ¿Pueden transportistas mafiosos decir lo mismo? En tiempos difíciles, con buena o mala intención surgen mil ideas. Ojalá sólo progresen las buenas.
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