Ojalá la detención por la Armada el martes en Pepillo Salcedo, cerca de Montecristi, de pescadores haitianos en aguas dominicanas, no sea sólo un incidente aislado o anecdótico, sino muestra de efectiva vigilancia, protección y control por las autoridades. He oído de similares casos en el sur.
Quien haya visto el famoso documental de Cousteau sobre cómo las costas de Haití son un erial submarino similar al deforestado territorio, quizás quiera justificar que por razones humanitarias pescadores haitianos faenen ilegalmente en aguas dominicanas.
Si permitimos esa pesca ilegal, artesanal o con embarcaciones de arte mayor, destruirá nuestra exigua riqueza y biodiversidad marina, con prácticas primitivas como las utilizadas para la devastación medioambiental del vecino país por su propia gente.
Sencillamente nos fuñiremos con J mayúscula. Los daños al medioambiente ocasionados por inmigrantes ilegales o transeúntes haitianos son terribles, empeorados por la complicidad de malos dominicanos.
La regulación de la pesca y las incursiones ilegales en aguas ajenas es de los temas más debatidos en la OMC y otras entidades internacionales. A la larga lista de perjuicios que acarrea para los dominicanos la disolución del Estado haitiano y su creciente miseria, debemos añadir el peligro para nuestros recursos marinos. Aplicar macana legal es imprescindible.
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