Tuvo tanto éxito liderando el combate del Gobierno contra la pandemia que ahora el presidente Abinader le asigna otro paciente comatoso, el sector eléctrico estatal. Creo que nadie, excepto el notorio «entrentó» Alburquerque, cuestiona la capacidad gerencial de la vicepresidente Raquel Peña.
Los problemas de la salud pública y sus instituciones son abismalmente distintos a los de las distribuidoras y las demás empresas y entidades del negocio de la energía. En Salud había dinero y voluntad política; en el gabinete eléctrico hay muchos caciques y pocos indios; ninguno ha podido con pérdidas del 40 % en las EDEs, complejidades como la creciente demanda eléctrica y desabastecimiento de gas, incumplimientos flagrantes (hasta por el Gobierno) de la Ley 125-01 de Electricidad, conflictos de interés, conflictivos caballeros de industria y falsos expertos a dos por chele.
Hacer lo mismo que hasta ahora, con los mismos personajes fallosos, difícilmente permitirá a la vicepresidente Peña brillar como merece y como el país entero espera de ella. De su suerte quizás dependa la reelección de Luis.
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