El ministro de Educación afirmó que las evaluaciones no sirven para medir cuánto aprenden los niños en la escuela o con instrucción semipresencial o virtual. Segundos después dijo que las pruebas nacionales comoquiera serán realizadas, pese a que el año escolar de la pandemia está prácticamente perdido.
Quizás debí comenzar felicitando al ministro Fulcar porque ayer comenzó un gradual retorno a las aulas en las escuelas públicas y al parecer no hubo mayores problemas con el reinicio de clases presenciales. Pero su afirmación me dejó despeinado pese a que soy muy calvo. En países donde la instrucción pública es tan excelente que sus ciudadanos compiten mundialmente en cuanto a escolaridad, competencias y destrezas mercadeables, como algunos del norte de Europa, han prescindido de algunos exámenes al cabo de décadas de avances y prodigios. No es nuestro caso.
Acaso las evaluaciones revelen que los niños han aprendido poco o nada recibiendo clases por televisión o radio, pero esa posibilidad no justifica desdeñar los exámenes. Ya veremos cuando, si pasan, las pruebas nacionales…