Apodos

14 de julio de 2021
Por José Báez Guerrero

No sé cuándo se originó el uso de apodos en lugar del nombre de personas, pero quizás fueron inicialmente apócopes, como cuando a Buenaventura le decían Ventura. Al padre putativo de Jesús, san José, en sus efigies y luego en las estampitas tras inventarse la imprenta, le ponían las iniciales P. P. y dicen que de ahí los José son Pepe. 

Quizás a Balaguer por Joaquincito se le quedó Ito y como era el único varón en su casa, pasó a Elito. Recientemente, un presidente epiléptico que tenía dificultad al discursear para coordinar los movimientos de sus manos con lo que decía, le decían “limpiavidrios”, que no es apodo sino mote. A Bosch, “el Ovejo”; a Peña Gómez, “el Moreno”; a Guzmán, “Mano de Piedra”. Luis hasta ahora va suave porque su Abinader lo reducen a Abi, que suena cariñoso. 

Otros personajes son menos afortunados, como la fiscal Berenice Rodríguez, quien, tras nombrar diversos casos con nombres como Pulpo, Coral y Medusa, la llaman ahora “La Sirenota”. Mejoró: antes era “Pocahontas”.

José Báez Guerrero

Abogado, escritor y periodista dominicano.

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